jueves, 27 de junio de 2013

No estás muerto

Era una de esas noches del amor
desaparecido en la clara oscuridad
de la duda, los celos y el dolor,
ahogado en el mar de la verdad.

Era una de esas noches con color
que alegraba la barra de algún bar,
perfumado por el suave olor
de la fiesta de nunca acabar.

Cuando yo ya estaba rozando la daga
del maldito tiempo,
un beso certero de moreno pelo
dijo: "no estás muerto."

Fue lo que me salvó
de seguir siendo yo
aquel viejo perdedor
perdido en los fracasos.

Era una de esas noches del estrés
sepultado en música y alcohol,
silenciado por el tren exprés
de la bendita falta de control.

Era una de esas noches sin final,
la fuente de la eterna juventud,
en las que lo normal y lo banal
descansaban en su triste ataúd.

Cuando yo ya daba la buena esperanza
más que por perdida,
alcancé mi cenit, resurgí cual fénix
de su cruel ceniza.

Fue lo que me cambió,
dejé atrás lo peor
y salí triunfador
del juego de los líos.

Y aún después me pregunto, viejo amigo,
¿estará ya fijado nuestro destino?
Y es que con todo lo anterior me contradigo,
"yo siempre me pierdo en el mismo camino."


3: